Carta II de Platón (Obras Completas de Platón II) Audiolibro con Voz humana

Texto íntegro de las 13 Cartas de Platón: Obras completas de Platón puestas en lengua española por Patricio de Azcárate en 1871. Traducción libre de dominio público. Narración: Carmelo Urso Mucha gente no sabe que Platón (427-347 a.C.) además de sus famosos Diálogos nos dejó cartas. Pero como de éstas no existe criterio externo pues ninguno de sus discípulos o los filósofos de la época las cita, siempre se las tuvo en menos. No obstante a poco de comenzar su lectura vemos que es un material riquísimo para entender sus teorías y los acontecimientos de su tiempo. cartas, aquéllas dirigidas a Dionisio, tenemos la carta II que está ubicada entre el segundo y tercer viaje y en donde, de entrada le reprocha que no le tenga confianza y que lo obligue a guardar silencio sobre su relación tanto a él como a sus discípulos, a lo que responde: “cuando la sabiduría y el poder grande tienden a estar unidos por naturaleza, y constantemente se persiguen, se buscan y se reúnen”. Y pone ejemplos que le han antecedido: la relación entre Anaxágoras y Pericles; la de Tiresias y Creonte; la de Poliído y Minos; la de Néstor y Odiseo con Agamenón; la Solón con Creso. Le habla luego de la actitud recíproca que deben tener: “Toma la iniciativa de honrarme a mi que con ello honrarás a la filosofía y te proporcionará ante muchos fama… En cambio yo si te rindo honores sin que vos me correspondas, daré la impresión de que admiro y persigo tu riqueza…Para decirlo en pocas palabras, tu deferencia es un honor para ambos; la mía, en cambio, es una ignominia para los dos”. Este es para mi uno de esos consejos que todo filósofo, maestro o profesor de filosofía debe guardar y tener presente cada vez que se nos acerca un ricacho u hombre con poder. Pasa luego a hablar sobre el rey del universo y aquí la carta da un salto que Platón anuncia diciéndole que “tengo que explicártelo por medio de enigmas para que si mi carta sufre algún accidente por tierra o por mar, el que la lea no pueda entenderla”. Los comentaristas contemporáneos nos hablan de galimatías difícil de comprender, motivo por el cual muchos dudan que sea de Platón. Lo paradójico es que los primeros filósofos cristianos creyeron ver en esta parte de la carta II una precognición, un cierto presentimiento de la Trinidad. La secularización contemporánea ha logrado que nuestros eruditos disputen sobre acentos graves y agudos, espíritus ásperos o suaves, desinencias o raíces, mientras el sentido profundo del texto se escapa como agua entre los dedos. Platón afirma que: “En torno al rey del mundo gravitan todas las cosas, y todas existen por él, y él es la causa de toda belleza; lo segundo está en torno de las cosas segundas y lo tercero en torno a lo tercero. El alma humana aspira a averiguar la calidad de estas cosas, mirando a las que son afines a ella misma, ninguna de las cuales la satisface” Estos tres principios eran para los neoplatónicos el Bien, la Inteligencia y el Alma que se relacionaban con la razón divina y los objetos racionales, la Inteligencia (como la diánoia, con su aplicación y el Alma con la percepción y el mundo de los objetos sensibles. No andaban tan errados los viejos filósofos cristianos cuando relacionaban al Bien con el Padre, la Inteligencia con el Hijo y el Alma con el Espíritu Santo. Y además todo esto bajo la figura de la esfera y su circularidad como movimiento perfecto, que fue tomado luego para explicar la perichóresiso circumincesión = dar giros alrededor o recirculación divina; esto es, la relación entre la Tres Personas. Y termina aconsejándolo que de estos temas es mejor no escribir sino aprender de memoria así no se vulgarizan, pues para el vulgo son enseñanzas ridículas. “Adiós, y hazme caso; tan pronto como hayas leído y releído esta carta, quémala”.
Back to Top