Cuando no hay orden, surge el desorden. El demonio no crea nada bueno, es imposible que el mal haga algo bueno. Su acción maléfica se desarrolla en subvertir el orden de las cosas, en alterar lo que debe ser. Cuidado con las parafilias, cuidado con querer más a lo que no merece tanto amor. Por eso el principal desorden es cuando no ponemos en la cúspide de nuestro amor a Dios, y por eso el primer mandamiento es amar a Dios sobre todas las cosas. Cuando no se tienen claras las cosas, el desorden se expande por la sociedad como algo normal.