El flamenquito que perdió las botas

EL FLAMENQUITO QUE PERDIO LAS BOTAS El flamenquito perdió sus botas cogiendo bocas por la bahía, sobre una piedra dejó su ropa y la marea la arrastraría. Y su flamenca, al verlo acercarse tan descalcito como venía, se preguntó: - ¿ahora cómo va a bailarme cuando le cante por burlerías? Pero el flamenco se clavó en el suelo y sus brazos, al vuelo, como una paloma se alzaron al viento con un movimiento igual que un lamento sin leyes ni idiomas. Y dijo la flamenquita: - ¡Toma que toma!, podré vivir sin tus botas, sin techo y sin ropa, sin pan y sin sopa, pero no sin tu persona. El flamenquito rompió en sollozos tan lastimosos como rebeldes al ver que el mar, gigante caprichoso, lo que se traga no lo devuelve. Y su flamenca, al verlo penando, secó su llanto con su pañuelo y con las palabritas que fue juntando, a su flamenco le dio consuelo: sin ti, mi vida no tiene lunares, mantón, ni corales, ni bata de cola, sin ti, de mi mundo no encuentro la llave y mis tres verdades se me desmoronan… ni hay cante por Alegrías, ¡toma que toma! podré vivir sin tus botas, sin techo y sin ropa, sin pan y sin sopa, pero no sin tu persona. Me voy contigo, donde me quieras llevar, me voy contigo, ¿qué importa el triunfo ni el fracaso? Aunque me lleve la corriente me voy debajo del puente de tus brazos. Y dijo la flamenquita: - ¡toma que toma¡, podré vivir sin tus botas, sin techo y sin ropa, sin pan y sin sopa, pero no sin tu persona.
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