║FdN║Ƭᕼᗴ.ᗴᑎᗪ – ᒍOՏᕼᑌᗩ OᑭᑭᗴᑎᕼIᗰᗴᖇ – 2024║EN SubES x DonNau║

**The End** (2024), dirigida y coescrita por Joshua Oppenheimer junto a Rasmus Heisterberg, es su primer largometraje de ficción tras la conmoción mundial que provocaron sus documentales *The Act of Killing* y *The Look of Silence*. Producida en coproducción europea y con fotografía de Mikhail Krichman, música de Joshua Schmidt y Marius de Vries, montaje de Niels Pagh Andersen y un elenco encabezado por Tilda Swinton, Michael Shannon y George MacKay, la película se sitúa veinte años después de un colapso ambiental que ha condenado a la humanidad a un paisaje devastado. Una familia adinerada vive confinada en un lujoso búnker subterráneo excavado en una mina de sal. Su mundo es un microcosmos hermético donde las rutinas y los gestos domésticos se repiten como liturgia para conjurar el miedo, hasta que la llegada de una mujer desconocida resquebraja su relato de seguridad y pureza. Oppenheimer elige el musical como forma paradójica: melodías y coreografías que evocan el esplendor de un género tradicionalmente ligado a la evasión, aquí convertidas en superficies brillantes que ocultan un fondo de culpa, privilegio y negación. El resultado es un canto suspendido entre la belleza y la mentira, en el que las canciones, lejos de revelar verdades íntimas, se convierten en artificios para sofocar la conciencia. La estética saturada de colores controlados, los planos largos y la puesta en escena calculada intensifican la sensación de encierro físico y moral. El film se inscribe en una tradición reflexiva donde el arte sirve para confrontar, no para consolar. Oppenheimer recoge, como en sus trabajos documentales, la idea arendtiana de la “banalidad del mal”: el desastre no emerge de un acto monstruoso y excepcional, sino de una rutina mantenida por quienes deciden no mirar más allá de su propio refugio. La familia, núcleo sagrado en la modernidad, aparece como búnker ideológico que blinda a sus miembros de la responsabilidad común. En clave tomista, la noción de bien común queda desfigurada por un individualismo que renuncia a la justicia distributiva, mientras que, desde Aristóteles, se percibe el fracaso de la *polis* como espacio de virtud y deliberación en favor de un repliegue egoísta. La irrupción de la extraña en el relato funciona como momento socrático: una *maieusis* que obliga a los personajes a interrogarse sobre el origen de su salvación y a enfrentarse a la falsedad de su memoria. La tensión entre lo que se recuerda y lo que se oculta remite a la idea bergsoniana de la memoria como flujo que no puede controlarse del todo: las imágenes prohibidas y las canciones que traicionan su propia letra se convierten en grietas por donde entra lo real. Frente al optimismo ingenuo, Oppenheimer plantea un “optimismo trágico” cercano al de Frankl: la posibilidad de cambio subsiste incluso en medio de la condena, pero solo si se abraza la verdad incómoda de la propia complicidad. En su ambición, **The End** rompe con la función tradicional del musical para usarlo como arma crítica. El resultado es incómodo, a veces hermético, pero profundamente coherente con la trayectoria de un autor que entiende el cine como una forma de desenterrar lo que la sociedad se empeña en olvidar. Desde el búnker, el eco de cada canción no es una promesa de salvación, sino un recordatorio de que la belleza, sin verdad, puede convertirse en el más perfecto de los encierros.
Back to Top