Alfonso Rojo: “El Diccionario Sanchista y los bulos, trolas y embustes del Gobierno Frankenstein”

Cambiar de nombre a las cosas, no modifica su naturaleza, pero en la Política y en los Medios de Comunicación sirve para engañar al personal. No a todo, pero si al sector de la parroquia que recurre de forma habitual a eso tan garbancero de ‘lo han dicho en la televisión’. En ese terreno, el del camuflaje, el disimulo, la mentira y la intoxicación, lo del Gobierno Sánchez y su Brunete Pedrete mediática es digno de una película de Cantinflas. Como guionistas, a las órdenes del canapero Bolaños, cuentan en La Moncloa con una recua de bien pagados asesores, dedicados día y noche a fabricar eufemismos y embustes lingüísticos. El ‘diccionario sanchista’ es enorme, pero me voy a limitar a reseñar algunas de las entradas que, por su desfachatez, más risa dan. Por arte de birlibirloque, lo que es una desvergonzada e ilegal amnistía destinada a comprar los 7 votos de los golpistas de JUNTS, se etiqueta en los medios del régimen como ‘alivio penal’. No juzgar a Puigdemont y hasta aplaudir que el separatista pueda retornar triunfante por La Diagonal de Barcelona, por la que huyó escondido en un maletero hace seis años, es ‘aplicar la generosidad del Estado de Derecho’. Peregrinar hasta Bruselas para implorar al fugado que apoye la investidura de Sánchez y fotografiarse claudicante con él, es ‘reconciliar a España con Cataluña’. Pedir que se aplique la Justicia, porque todos los españoles somos iguales ante la Ley según reza el Artículo 14 de la Constitución, equivale en el lenguaje socialcomunista a ‘estimular el rencor y la venganza’. Borrar los delitos perpetrados por los fanáticos del ‘procés’ y asumir que los malos fueron policías y jueces es ‘desjudicializar el conflicto catalán’. Perdonar los millones que debe Cataluña, porque los manirrotos dirigentes independentistas se gastan el dinero público en propaganda, televisión, embajadas de chiste y campañas contra España, es hacer ‘justicia histórica’. Acudir a una manifestación y protestar legítimamente contra la amnistía es para esta banda ‘calentar la calle y apostar por el enfrentamiento’. Pitar y abuchear a Sánchez en el desfile del 12 de Octubre, por pactar con proetarras y golpistas, es para los escribas de Moncloa ‘convertir la Fiesta Nacional en el Día del Insulto’. Indultar a los gerifaltes socialistas, que se lo llevaron crudo en los EREs andaluces, es ‘mejorar la convivencia y ejercer la generosidad’. Abrazar al etarra Otegi y alquilar como socios a los herederos de los asesinos terroristas es ‘normalizar el diálogo político’. Podría citar a esos cientos de miles de parados que contabilizan como ‘fijos discontinuos’ o disertar sobre el uso del término ‘ultraderecha’, pero no creo que sea necesario. Sólo subrayar que es muy importante que tengan presente que el mal triunfa cuando la gente buena se queda callada.
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