Homenaje a los últimos fusilados del franquismo en el cementerio de Espinardo (Murcia)

Cuarenta y ocho años han pasado ya desde que se perpetraron los últimos cinco fusilamientos por parte de la dictadura franquista, siendo fusilados José Luis Sánchez Bravo, José Humberto Baena, Ramón García Sanz, Juan Paredes Manot y Ángel Otaegui Etxeberria tras el segundo consejo de guerra celebrado contra miembros del FRAP y ETA. Estos jóvenes luchadores antifascistas fueron asesinados por un régimen criminal agonizante, y sus muertes ya levantaron en su día una ola de protestas y condenas contra el régimen fascista de Franco, tanto dentro como fuera del país. A día de hoy, estos asesinatos continúan impunes, al igual que el resto de los crímenes del franquismo a pesar de su intensidad y magnitud. Tienen muy poca memoria los que hoy vociferan contra la amnistía, cuando no tuvieron ningún reparo en exonerar a los criminales franquistas de sus fechorías y en esforzarse para hacernos olvidar todas las atrocidades que cometieron contra las clases populares de nuestro país. Precisamente el no esclarecimiento de la verdad de los crímenes fascistas, así como el falseamiento y el revisionismo neofranquista de la historia, dan rienda suelta a la ideología más reaccionaria y a la manipulación más vergonzante. Decimos alto y claro que la dictadura franquista fue un régimen genocida y terrorista, frente al cual todas las formas de lucha fueron legítimas. Los que organizaron la dictadura, la mantuvieron, la apoyaron y la siguen reivindicando no son, mal que les pese, los dueños de un país que siguen considerando una finca de su propiedad y que, muy al contrario, ha sido construido por millones de trabajadores y trabajadoras con su esfuerzo cotidiano. Por eso también decimos basta al régimen monárquico heredero del franquismo. Por eso hoy reivindicamos la memoria, no solo de estos cinco camaradas, sino de tantos otros luchadores por la libertad, como Cipriano Martos, de cuyo asesinato, tras una agónica tortura, se cumplen ahora cincuenta años; como Delgado y Granado, militantes anarquistas, sesenta años después de su ejecución a garrote vil por el régimen franquista. Los sacrificios y la entrega de sus vidas por la defensa de sus ideales los convirtieron en héroes de nuestra clase. Nosotros tenemos la obligación y el compromiso de continuar su lucha: ese es el mejor homenaje que podemos brindarles a ellos y a todas las víctimas de la barbarie fascista. En este sentido, conmemoramos este aniversario en unos momentos de constantes ataques y saqueos contra los derechos de nuestra clase por parte del Estado y la patronal. Somos los trabajadores y trabajadoras quienes sufrimos día tras día la despiadada agresividad del capital y sus gestores políticos, quienes sufrimos los síntomas de estancamiento económico, la inflación, la subida de los tipos de interés, el encarecimiento de los combustibles y energías, el ataque a las pensiones y otras muchas consecuencias de la guerra y de un sistema que hace recaer el peso de las dificultades del capital sobre las espaldas de la clase obrera. Vivimos en una situación de drama social, en un sistema que promueve la desigualdad, la pobreza, el paro y el hambre. Mientras el gran capital sigue obteniendo ingentes beneficios, la exclusión social alcanza a millones de personas. Y, por añadidura, vemos cómo la burguesía recurre al fascismo, en la calle y las instituciones, para someter a las masas populares. Para conquistar una sociedad al servicio de la mayoría social y no del capital, es imprescindible redoblar la lucha más allá de las instituciones, aumentar las respuestas que están dando ya la clase obrera y los pueblos por todo el globo. No podemos eludir la necesidad de reagruparnos, unir fuerzas, impulsar la organización y las luchas cotidianas en barrios, centros de trabajo y estudio y allá donde intenten erosionar los derechos colectivos. Solo así podremos hacer frente a los ataques a los derechos sociales, los servicios públicos y, en primer lugar ahora, a las pensiones. Xose Humberto escribía desde la cárcel unos días antes de morir: “Mi palabra, / el eco de mi voz que, tras la muerte, / arengará a los míos; / ¿se callará algún día? / Mi palabra, / justicia combativa, grita fuerte / al pueblo que el 36 vencido / ¡tendrá para siempre vida!”. Tu voz no se ha callado, camarada. Tu voz sigue presente en nuestra lucha, que era la tuya. Tu voz y la de tantos compañeros muertos por la libertad seguirá viva mientras sigan existiendo desigualdades e injusticias en este mundo. Por eso, hoy gritamos de nuevo: ¡Abajo el fascismo! ¡Abajo el capital! ¡Viva la lucha y la unidad de la clase obrera! ¡VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN! Convocan: PCE(m-l), JCE(m-l), PCPE, JCPE, PCE, JJCC. Apoyan: CGT, FAMHRM y Corrdinadora dÀssociacions per la Memória Democrática del País Valenciá
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