Alfonso Rojo: “Hay que fletar autobuses y mover en masa a La Moncloa a los inmigrantes de Alcalá”

Hay que sembrar el caos. El peligro que representa Sánchez es tan grande y el deterioro que sufre nuestra democracia es tan rápido, que no caben medias tintas. Tenemos que ir a por todas, sorteando sin pestañear esa memez del ‘sentido de Estado’ y la ‘responsabilidad política’, que siempre colocan de carnaza en su anzuelo los medios del ‘pesebre monclovita’, cuando necesitan que el PP acuda a rescatar al PSOE. Ignoramos cuantos inmigrantes ilegales se cuelan al día en España y qué criterio usa Marlaska para irlos sembrando por provincias, pero todos ustedes estarán al tanto de que le ha colocado a Isabel Díaz Ayuso, con nocturnidad y alevosía, unos en Alcalá de Henares. Y que la jugada, como deja patente cotidianamente Francisco Martín, delegado del Gobierno Sánchez, busca sobre todo erosionar a la presidenta de la Comunidad de Madrid. El tal Martin, que es calvo y usa gafas como el popular Tellado y ese 40% de españoles que insultaba el otro día la vicepresidenta Chiqui Montero, se dedica con frenesí a descalificar a Ayuso, etiquetarla como racista y a ocultar datos. Una opción, la civilizada, es entrar educadamente en el debate, rebatir las mentiras de Martín y tratar de poner luz entre tanta falsedad. Otra, es la que sugirió hace unos días Rocío Monasterio de VOX y nosotros impulsamos desde Periodista Digital, consistente en fletar autobuses y trasladar en masa hacia el Palacio de La Moncloa, a los migrantes ahora agolpados en el acuartelamiento Primo de Rivera de Alcalá. Es evidente que la Guardia Civil no permitiría que el enjambre de subsaharianos y magrebíes se metiera hasta el dormitorio de Sánchez, pero en la zona, justo al otro lado de la carretera de La Coruña, están la Facultad de Periodismo, la Escuela de Ingenieros, Derecho y otros centros de la Universidad Complutense, todos rodeados de bosquecillos de pinares, campos de deporte y jardines, ideales para montar un campamento, instalar cocinas de campaña, abrir un primoroso botiquín de asistencia médica primaria y hasta una oficina de atención a la prensa internacional. ¿Se imaginan la escena? ¿Un millar de ‘sin papeles’ -todos varones, todos jóvenes y todos rebosantes de energía- coreando en grupo, cada tarde, eso de ‘Sanchez danos un piso y una paga’, a unos metros del salón donde se reúnen los ministros del Gobierno Frankenstein? ¿Y a la BBC, CNN, The New York Times, The Guardian, Liberation, Corriere della Sera y colegas publicando coloristas reportajes sobre el espectáculo? Iba a ser un puntazo.
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